miércoles, 12 de noviembre de 2014

Indicadores de éxito en el aula

Algunos de los indicadores que pueden llegar a garantizar el éxito del aprendizaje en los alumnos tanto dentro, como fuera del aula, son los siguientes:

En cuanto a la motivación:

1. Presentar los contenidos de manera que resulten atractivos para ellos: esto conlleva la asunción, por parte del profesorado, de que en el siglo en el que estamos ya NO se aprende como antes, con libros de texto y alejados de su nueva realidad, aquella en la que las nuevas tecnologías juegan un papel primordial, y no solo en la enseñanza.
2. Mayor protagonismo para el que aprende y no tanto para el que enseña: este indicador presupone que el conocimiento se adquiere en primera persona, es decir, los profesores debiéramos ser los índices de los libros los alumnos, con el tiempo, van a ir escribiendo.
3. El protagonista del proceso de aprendizaje debe marcar su propio ritmo de aprendizaje: este indicador, desde mi punto de vista básico, tiene un claro sentido, a saber, no todos aprendemos, ni lo mismo, ni al mismo tiempo. De esta manera, debemos responsabilizar del proceso de aprendizaje al que lo va a desarrollar en primera persona, y esto no supone que el profesor no enseñe, pero sí que lo haga de distinta manera.
4. De entre un elenco de contenidos, los alumnos pueden elegir aquellos que les resulten más llamativos: esto pasa, por ejemplo, por enseñar por proyectos.

En cuanto a la disposición espacial

1. Ubicar a los alumnos que más se descentran en los primeros lugares de la clase: esta podría ser una buena estrategia siempre y cuando se les haya motivado previamente ( puede que no sea TDAH, o TOD, o cualquier otro tipo de trastorno, sino simplemente aburrimiento).
2. Distribuir el espacio en forma de asamblea, si bien esta distribución conlleva ciertos riesgos. 

En cuanto a la conducta:

1. El tono de la voz: los profesores debemos tratar de emplear, en la medida de lo posible, el mismo tono de voz en todo momento, pues teniendo en cuenta que en la adolescencia la toma de decisiones racionales ya de por sí no se lleva a cabo del mismo modo que en un adulto, generando así conductas impulsivas, el hecho de que sea precisamente el profesor el que domina la situación mediante su tono de voz, consecuencia el que el alumno pase de estar exaltado a tranquilizarse.
2. Implicación en las distintas materias; este indicador presupone que, tras haber trabajado tanto la motivación (principalmente) como la disposición espacial, los alumnos no se aburren en las clases, pues no se trata de aprender únicamente contenidos sin razón alguna. o únicamente por obligación, sino de aprender por el placer de conocer.
2. Trabajo conjunto por parte de los claustros y del departamento de orientación: asumiendo que los profesores podremos saber mucho de nuestras materias y poco de la diversidad en el alumnado, un trabajo conjunto garantiza el éxito en todos los sentidos. Tanto es así que el modo en el que yo plantee mi materia será proporcional al tipo de alumnado que tenga en clase pues, ¿de qué me sirve explicar determinados contenidos si sé que, o bien no se entienden, o no se pueden asumir en el tiempo que he marcado por resultar demasiado complejos? 
3. Inclusión: en el aula debería haber dos profesores y no uno dada la ratio, cada vez mayor, que tenemos en nuestros centros. Esta reflexión la baso en que, a mayor número de alumnos por aula, menor garantía de éxito para aquellos alumnos que necesitan una atención especial, trátese o no de casos de TDAH pues, ¿es que seguimos pensando que aprendemos al mismo ritmo unos y otros? Además, creo que esto evitaría el uso de farmacología en muchos casos.

En estos indicadores no he tenido en cuenta la dificultad que conlleva en muchas ocasiones para el profesorado, el pretender actualizar un sistema educativo completamente anacrónico y, por lo tanto, decimonónico.    


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